La flor escondida...

El vino de tu boca
desordena mis silencios,
mientras un cielo
de estrellas
se desliza por mis labios
y me atrapa
en ti.

¡Cuánta fragancia
descubro
en la apacible blancura
de tu pecho!

Ven, acércate,
atravesemos juntos
el aire nocturno,
y deja que te entregue,
entre susurros,
la flor escondida
en mi piel.

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Hasta mañana, si Dios quiere.

Imagen de Janusz Taras. Gracias

Inmensidad...

Te miro,

me miras,

nos miramos,
encontrando ese océano secreto
en el que las almas

se funden y confunden,
parten y comparten,

sueñan y suspiran
con algo más que risas,

algo más que besos,
algo más que pisadas sin tiempo
en el principio del camino.

Te miro y me miro en ti,

presa de tu luz,
dulce luz en la aurora

de un mañana que es hoy,
volando bajo en derredor tuyo,
como si tocarte fuera existir,

y habitar,
y gozar lo inalcanzable,

perpetuando el segundo
que te tengo mío,

infinitamente mío,
perdida en la llamarada

de tu inmensidad.

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Hasta mañana, si Dios quiere.

Imagen de Kemal Kamil AKCA. Gracias

Pajarillo...

Qué callados se ven los pasos
que dejaste en el pasillo,
inexplicablemente mudos,
tan llenos del recuerdo de otros tiempos,
cuando detenías tu mirada
en el quicio de la puerta,
apoyado en tu sonrisa,
dibujando girasoles en mi alma
convertida en luz,
mientras el mundo volaba,
cual pajarillo,
por la única ventana tras de ti.

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Hasta mañana, si Dios quiere.

Imagen de Antoneta Wortringer. Gracias

Me conozco...

Me conozco tu boca desbocada,
deshojada de palabras,
desvelada y briosa,
inflamada de luz cuando besa
y despierta
y baña el manto de mi boca.

Me conozco tu mirada sinuosa,
florecida y cómplice,
exiliada en mis pupilas,
entregada a contemplarme
y desnudarme
y sembrarme de ciruelos la piel.

Me conozco tu risa traviesa,
aventurera y libre,
perfumada y bella,
cubriendo de jazmines
y de rosas
y de almendros cada amanecer.

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Hasta mañana, si Dios quiere.

Imagen de Janusz Taras. Gracias

Remanso...

Como el rumor del viento
entre los árboles,
así te siento cuando duermo,
tendida en el remanso
de tu cuerpo blando,
perdida en el vuelo
de tu mirada,
mientras una nube roja
descubre el beso que
asoma por tu boca
cuando hieres de amor
el alma mía.

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Hasta mañana, si Dios quiere.

Imagen de Kemal Kamil AKCA. Gracias

Siento...

Siento que voy
a estallar de tanto amor,
porque a veces,
como esta tarde,
no me cabes en el pecho.

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Hasta mañana, si Dios quiere.

Imagen de Anabela Sequeira. Gracias

Eres tú...

Todo lo que quiero es tomar de tu boca
el amor, libre y sereno.
Que mi aliento te ice un sol en el pecho.
Que volemos vientos con tus manos en las mías
y durmamos juntos la inagotable noche
de la vida.
Quiero despertar contigo en el crepúsculo
de tus ojos,
presa de tu risa, fugitiva en el sauce de tu alma.
Quiero ser tu sombra, tu sueño, tu río.
Ser el reloj de tus horas y la sal de tus lágrimas.
Quiero ser el ave que lleve música a tu lecho
y luz a tu amanecer.

Todo lo que quiero... eres tú.

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Hasta mañana, si Dios quiere.

Imagen de Irina Todorova. Gracias

Esta mañana...

No te encuentro esta mañana.

Las palabras que resbalaban
ayer por tus labios se han secado,
y la música de tu voz se ha ido en secreto,
desnuda de mí...
Nada es igual.
Todo es diferente.
Y la vida, que hasta ayer era un poema,
hoy es un tren sin destino.

No te encuentro esta mañana...

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Hasta mañana, si Dios quiere.

Imagen de Ken Barrett. Gracias

Camino de rosas...

Si pudiera recorrer el camino andado,

lo volvería a hacer a tu lado...

Si pudiera tejer tu recuerdo con pétalos,

cubriría de rosas el mundo entero...

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Hasta mañana, si Dios quiere.

Imagen de Ron Germundson. Gracias

Soledad...

Cierro los ojos, secos,

en esta oscuridad que revienta tu luz.

Busco en la memoria

la paloma que volaba tu sonrisa

cuando la tarde nos hablaba, tímida,

del rumor del viento en nuestros labios.

Ya no hay quietud en la flor desbaratada

que sembraste en mi pecho, gota a gota,

mientras yo te alborotaba las horas del amanecer,

horas de nubes, de tierra, de vid.

Se fue el perfume de tu aliento,

la blancura de tus manos y ese abrazo callado

en la penumbra de mi cama.

Todo se ha ido en silencio, todo,

menos soledad.

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Hasta mañana, si Dios quiere.

Imagen de Ron Germundson. Gracias

Al vuelo...

Qué sencilla tu respiración
cuando despierta mis versos
cada madrugada.
Vuela una paloma y rompe
la distancia entre tu aliento
y mi pluma,
aleteando tu nombre
en la penumbra silenciosa
de mi almohada.

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Hasta mañana, si Dios quiere.

Imagen de Kenvin Pinardy. Gracias

Esta vida en ti...

Esta vida en ti
es un día de sol
envuelto de nubes;
es poesía hecha de miel
y palabras de sangre;
es la boca que se hunde
en tu mirada y exclama el eco
de dos corazones.

Esta vida en ti
es un vuelo de palomas
al alba,
es la mano desposada
con cadenas florecidas
y una lágrima oculta
en el pliegue de la almohada.

Esta vida en ti es
barro de fuego
en la noche;
es la fruta sedienta
que bebe tu aliento
en el río más dulce
de tu alma.

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Hasta mañana, si Dios quiere.

Imagen de Agniezka Borkowska. Gracias

Cenit...

Acerca un segundo
el reflujo de tu mirada
y deja que sature de albas
la intimidad.

Que la noche desvista
el calor de tu aliento
y guarde la fragancia
de tus pétalos en mi piel.

Que las horas canten y beban
esta flor mía,
quebrada y desnuda
y clausurada en tu talle,
en el cenit del corazón.

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Hasta mañana, si Dios quiere.

Imagen de Marc Aubry. Gracias

Austera...

Qué austera

se ve la vida
cuando la luna

moldea tu sombra
iluminada de silencio,
desluciendo
tu sonrisa
bajo la rama

donde hubo una vez

amanecer.

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Hasta mañana, si Dios quiere.

Imagen de Kemal Kamil AKCA. Gracias

Aferrada...

Lucho porque el fluir de este vuelo
sea un espejo sin medida;
porque la poesía que derraman
mis dedos te importe,
y al mismo tiempo,
sea diario de una vida entrecruzada
por segmentos continuos,
por planetas inhabitados
y espuma de un mar
que he llamado por tu nombre.

Lucho por llegar a la orilla
de tu prisión perpetua,
donde el amanecer
sea el vértigo de tu mirada,
las paredes sean asfixia de tus besos
y donde el viento cante cristalino
mientras decides volver.

Lucho próxima a tu lejanía,
aferrada a la arena que dejaste
en mi camino cuando
la luna te iluminó.

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Hasta mañana, si Dios quiere.

Imagen de Katerina Lomonosov. Gracias