No quiero conectar los desvaríos con la tierra llana,
minúsculo recinto que albergó los días de una lejana primavera.
Prefiero
recordar aquellos momentos vírgenes donde los helechos susurraban una intimidad
cargada de poesía, hoy madeja de silencios anudados entre los dedos de un poeta
somnoliento.
Apenas puedo caminar entre tantos durmientes abandonados, aquellos
que sostuvieron alguna vez la carga de un bello furgón, infinito, ineludible,
increíblemente repleto de ilusiones.
No quiero descifrar espejos rotos,
incompletos, carcomidos por el desaliento. Ya no.
No quiero mirar atrás y abrir el
grifo de un mar de salitre, añejo, enclaustrado en los ojos ciegos de un pasado
sin presente ni futuro.
Solo quiero vivir en paz, soñar en paz, reír en paz, amar
en paz. Solo eso, y nada más.
* * * * *
Prosa dedicada a mi amigo Javier Herque, escritor y poeta a quien admiro.
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Hasta mañana, si Dios quiere.
Imagen de Antoneta Wortringer. Gracias